A veces es necesario dejarlo todo y empezar de nuevo. No se trata de dar media vuelta y salir corriendo sino de parar, sentarse al borde del camino y recapacitar sobre las cosas que ocurren y las consecuencias que deseamos que tengan sobre nosotros. Repito, no se trata de huir, sino de alejarse un poco del polvo del camino que no nos deja ver con nitidez, respirar hondo y tomar fuerzas para seguir un tramo más. Como ya avisé, eso es lo que hice yo. Me fui, me alejé para tomar fuerzas, puede que todo lo que me ocurra lo merezca, por bueno o malo que sea, pero es bueno saber alejarse y meditar.
Ahora he regresado, con fiebre y con anginas, pero con muchas más ganas y más fuerzas que cuando estaba sano mi cuerpo porque ahora es mi mente la que vuelve a mandar. Me fui 10 días de campamento, con gente a la que apenas conocía podía haber salido mal, podía haber sido peor pero... me arriesgué pensé en los pros y no en los contras y todo ha salido mucho mejor de lo que había imaginado. Ahora tengo una nueva familia, en la que no se bien si mi papel es el de madre o el de la hija menor, todos aprendemos de todos y todos cuidamos de los demás.
La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño (Nietzsche)Quiero darle las gracias a ese pedazo de grupo, el 188 por abrirme las puertas y permitirme volver a vivir un campamento, por volver a dormir bajo muchas más estrellas de las que entran en un planetario, por sentir el ruido de los árboles, ver animales que ni siquiera conocía su existencia, por las guerras de agua, por hacerme ver que tras 10 días sin movil se puede seguir viviendo y además con menos preocupaciones, ... por todo... un apretón de mano izquierda que para eso es la que está más cerquita del corazón.