05 junio 2006

Linea recta hacia el sol

Era aun de día cuando me monté en el autobús, pese a no saber donde iba y la cara de pocos amigos del conductor que nos llevaba, mis sensaciones eran todas buenas. Por fin, ya cayendo el sol por detrás de las montañas, llegamos al nuestro destino, en mitad (más o menos) de la Sierra de Huetor. Esta vez no había mochilas que sacar del bus, ni tiendas de campaña, esta misma noche volveré a casa. No iba a ser como tantas otras salidas al campo, ni siquiera la compañía era la misma, sin embargo todo parecía tan igual, todo verde, pinos en la mayoría de los casos con claros en los que podría perfectamente clavar una vieja canadiense. No muy lejos el camino giraba para no dejarnos ver nuestro destino, las preguntas una vez más eran las mismas, cómo será, qué pasará, conoceré a mucha gente y a mi regreso…

Recorrimos los pasos que nos separaban del lugar, mirabas a tu alrededor y veías gente que no conocías de nada, los árboles, las montañas, todo tiene un color y un olor especial, en ese momento llegamos y vemos caras de viejos amigos y te sientes como en casa.

Aun no lo he dicho, pero estoy en Puerto Lobo, en el centro de interpretación para mirar las estrellas. Hace mucho tiempo que no las miro tan de cerca pero siguen allí como siempre, un poco más tímidas quizás. Y es que hay muchas que me cuesta encontrarlas, que las confundo hace mucho tiempo que no me pasaba a saludar.

Tras una gran explicación, voy a ver a la Luna. Ese enooorme queso de bola que tanto me gusta mirar, está creciente y eso me alegra, no me gusta que decrezca hasta desaparecer, me gusta su compañía, sus manchas y sus collares y hoy puedo mirarle a los ojos, Lunita mía qué cerquita estás!! No necesito nada más, hace buena noche, es quizás demasiado fresca a estas alturas, pero no hace frío, he visto a mi Luna, tomado chocolate calentito y no respiro aire de ciudad. Sólo lamento no tener una manta sobre la que tumbarme para contemplar tranquila el resto de las estrella, no necesito nada más, pero decido seguir al siguiente y último paso.

He visto Júpiter y sus cuatro lunas perfectamente alineados, pero la mayor sorpresa estaba aún por llegar… he visto a Arturo!! Quizás pueda parecer una tontería pero esta estrella la conocí en el otro hemisferio, nunca más la había vuelto a ver, es tan diferente el cielo! Y no tenía esperanza de volver a verla pese a que sabía que en determinados meses del año puede verse en este hemisferio. Ayer la vi, fue el mayor regalo que he tenido desde que un día me regalasen esa estrella. Para mí, representa una vuelta a la vida, guarda todas las emociones que viví cuando la contemplaba junto a la cruz del sur y el agua giraba en sentido contrario. No es una estrella y no es una persona que me la regaló, es un pequeño cofre donde guardo las cosas que han hecho que sea así, las cosas que me hicieron mayor. Gracias por devolverme mi tesoro, por devolverme ese pedacito de mi vida que había perdido.

Ahora que vuelvo a escribir y que lo hago de estrellas, de recuerdos y de personas que han marcado mi camino, quiero dedicarle mi regreso a Baloo y Bagheera “mi vuelta a casa” al primero por darme ánimos para seguir escribiendo y haber compartido muchas noches contando estrellas y al segundo por encontrar la que había perdido. Os quiero!