Empieza el deshielo

A veces las verdades pueden doler, no por el hecho de ser verdad, sino porque no las dice aquél que las descubre. No suelo contar mis cosas, ni mis miedos ni mis alegrías a nadie, ni siquiera al dios que cada uno tiene dentro y que sirve para desahogarse cuando ya no aguantas más. Sin embargo, si te preocupas un poco por mí y me preguntas, suelo contestar siempre, no me gusta esconder las cosas y mucho menos lo evidente. Si yo no lo conté, quizás fue, porque no sabía muy bien que es lo que sentía, no encontré el momento o no quise agobiarte con mis preocupaciones. No cuento mis cosas, pero no miento ni voy a escondidas y me duele cuando el resto del mundo se esconde para hablar de mí.
Quizás por eso, hoy me han quitado todas las fuerzas que me quedaban para seguir tomando heladitos por la red, quizás si te apetece, me tome uno sentada en un banco junto a tí. Si Marina no dice lo contrario, yo doy por finalizada la era del helado.